Nome, en lo alto del noroeste de Alaska. Su ubicación inhóspita presentaría una situación extrema cuando, en 1925 un brote de difteria comenzó a afectar a los niños del pueblo. Se necesitaban 1 millón de unidades de antitoxina, el puerto estaba congelado y volar era inseguro por el frio extremo. Sin ninguna otra opción se recurrió a un criador de perros, Leonhard Seppala, su equipo de trineo y su perro líder Togo. La noche del 14 de enero de 1925 las autoridades llamaron a Seppala para que encabezara la que pasaría a conocerse como “la carrera del suero a Nome”. Togo encabezó la más larga y difícil etapa de la misión recorriendo 500 km plagados de vientos intensos y témpanos de hielo inestable y afilado. Solo sus instintos para leer el peligro y el terreno podían lograrlo. Cediendo la posta a otro trineo en la última etapa pudieron completar con éxito su misión y fue Balto (el líder en el último tramo) el que pasó a la historia.

Togo representa el sacrificio invisible pero necesario para alcanzar el éxito.